1 Corintios 12:12Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, aunque son muchos, constituyen un solo cuerpo, así también es Cristo.
Escrito Por Dayse Villegas Zambrano
El cuerpo es uno de los primeros regalos que recibimos de Dios. La posibilidad de estar aquí, ahora, de percibir el mundo y de experimentar la vida con sus adversidades y alegrías se debe a que somos un alma viviente, un alma que ha recibido el privilegio de tener un cuerpo.
Incluso el dolor, que es una de las sensaciones a las que le tememos y le huimos, es posible porque estamos vivos, porque nuestro cuerpo está vivo y lleno de terminaciones nerviosas activas, saludables, vivas.
La iglesia es descrita en el Nuevo Testamento como un cuerpo, un ser viviente, y en este caso, es un cuerpo que pertenece a una persona, el Señor Jesús.
Es un cuerpo que se goza y que se duele. Gozaos con los que se gozan; llorad con los que llora (Romanos 12:15).
Es un cuerpo que trabaja y que se esfuerza. En todo os he enseñado que, trabajando así, se debe ayudar a los necesitados (Hechos 20:35).
Es un cuerpo que crece. “Todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor ( Efesios 4:16).
Y aunque tiene diversidad de miembros y órganos, es un solo cuerpo. Los creyentes coexistimos en una realidad llamada Jesucristo. Como está escrito: En él vivimos, y nos movemos, y somos (Hechos 17:28). Fuera de él no hay vida. Nuestro destino común es el mismo. Adonde él va, nosotros vamos. Donde él está, nosotros también estamos (Juan 14:3).
¿Haremos este viaje en armonía o peleando entre nosotros y dividiéndonos? En este mes que empieza, reflexionemos sobre cuál es nuestro aporte a la salud y crecimiento del cuerpo de Cristo. Y que el Señor nos ayude en este camino que hemos emprendido con él.