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1 Corintios 1:32 Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención; para que, como está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor.

Escrito Por Dayse Villegas Zambrano

Hay la tentación de pensar que nuestro ministerio crece porque hemos trabajado duro, porque somos innovadores, creativos o porque reunimos un equipo talentoso. La realidad es que la iglesia no es una liga de estrellas. La verdad es mucho menos halagadora. 

“Sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia. Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención; para que, como está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor” (1 Corintios 1:27-32). 

Un ministerio solamente crece en la medida en que la palabra de Dios crece y prevalece poderosamente en sus miembros. 

El cuerpo de Cristo crece cuando es guiado por el Espíritu. Podemos tener propuestas, pero el Espíritu es quien dice sí o no. Podemos reunirnos y planificar, pero Dios es quien aprueba o prohíbe de ser necesario. 

Somos un cuerpo que avanza, pero la dirección la da nuestra cabeza, que es Cristo. “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen” (Juan 1:27). 

¿Significa esto que no debemos esforzarnos? No. Esforcémonos y mucho, a Dios le agrada la gente valiente (Josué 1:9). ¿No podemos anticipar la victoria? ¡Claro que sí! Somos vencedores absolutos gracias al Señor (Romanos 8:37). Pero no nos jactemos de eso, recordemos que vivimos en su presencia, y ante el trono del Señor quién puede presumir, sino darle gloria a él. Una de las mejores recomendaciones que he recibido de un pastor es no darme el crédito de ningún éxito, recordando que delante de Dios ni siquiera los veinticuatro ancianos se atreven a usar coronas (Apocalipsis 4:10).

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