1 Corintios 1:4 “Gracias doy a mi Dios siempre por vosotros, por la gracia de Dios que os fue dada en Cristo Jesús; porque en todas las cosas fuisteis enriquecidos en él, en toda palabra y en toda ciencia”.
Por: Dayse Villegas Zambrano
La gracia vino para enriquecernos en Cristo. Para darnos de sus tesoros de palabra y ciencia. Toda palabra y toda ciencia. Le ocurrió a Pedro, que pasó de negar a Jesús a dar discursos públicos que ganaban a miles de personas. Le ocurrió a Esteban, que dio un sermón ante los principales de los judíos y siguió hablando y teniendo visiones y perdonando a sus asesinos mientras lo apedreaban. Le ocurrió a Apolos, que era capaz de demostrarle a los más incrédulos que Jesús era el Mesías. Le ocurrió a Juan, que escribió un tratado de revelaciones, lleno de imágenes que son un reto de poner en palabras, que combina profecía, cánticos, relatos épicos, escenas con criaturas celestiales, el juicio final, la transformación del mundo y momentos profundamente dulces y espirituales en que él mismo se encuentra con Jesús glorificado.
Sigue ocurriendo entre nosotros, si somos capaces de creer que la riqueza de Cristo no se agotó en el primer siglo, sus dones no tuvieron un primer momento de potencia para luego enfriarse gradualmente hasta llegar a nosotros tibios y confinados a ciertas áreas. No es que su poder haya disminuido. Es que nuestra fe tiene que crecer y aferrarse a la gracia que nos fue dada. En este año vístase de la riqueza de Cristo y camine por la vida en la dignidad de la gracia.