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1 corintios 3:6-8
Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios.

Escrito Por: Marianella Layana de Jácome

Nos encontramos sumergidos en un mundo materialista y consumista, nos estamos acostumbrando a tener muchas cosas y a obtener más y más. Estamos inmersos en una idea  que dice que mientras más exitosos nos volvemos, más cosas tenemos. Si cambiamos de una casa pequeña a una más grande, o si cambiamos de un auto antiguo a uno último modelo, entonces estás viviendo en éxito. 

 Tristemente esta idea se traspasa a la iglesia y muchas congregaciones caen en el error de pensar que una iglesia exitosa es más grande y mejor con un edificio más arreglado o lujoso.   Pero la realidad es que una Iglesia que crece más en la gracia de Dios, se preocupa menos de estas cosas  y se centra en lo que verdaderamente importa que es compartir el evangelio a todos aquellos que no conocen del mensaje de salvación.

Esto no quiere decir que debemos despreocuparnos de nuestro templo, y tener el edificio descuidado, sino que debemos de tener cuidado de no fijar nuestros ojos solo en lo material, en lo físico, en la imagen, o en la cantidad, o ser una Iglesia que solo se dedica a actividades y al entretenimiento en vez de dedicarse a lo que realmente está llamada a hacer, ya que debemos preocuparnos más por lo espiritual y por el crecimiento de la obra.

Una Iglesia puede estar creciendo y estar viva aún sin tener aumento en el número de su membresía, solo por el hecho de estar sujeta a la voluntad de Dios viviendo en obediencia. Así mismo hay Iglesias que podrán tener nuevos miembros semanalmente pero espiritualmente estar muertas.

La iglesia de Dios tiene a aquellos que plantan la semilla que somos todos nosotros los que salimos a la calle a predicar o que compartimos el mensaje de Dios en el sitio donde nos encontremos.  Los Pastores, Los líderes o los maestros son los encargados de regar la semilla, de nutrirla, pero el crecimiento es exclusividad de nuestro Dios.Todos aquellos que nos dedicamos a sembrar la semilla, a regarla y a cuidarla tendremos nuestra recompensa a nuestro debido tiempo.

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