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1 Crónicas 29:14 “Porque ¿quién soy yo, y quién es mi pueblo, para que pudiésemos ofrecer voluntariamente cosas semejantes? Pues todo es tuyo, y de lo recibido de tu mano te damos”.

Escrito Por: Jenny Flores de Villavicencio.

Es posible cuidar el edificio de una iglesia y descuidar la iglesia real el pueblo de Dios? las dos son realmente importantes no debemos olvidarnos del edificio, cómo tampoco debemos descuidar la iglesia.

David aclaró este punto cuando dijo del templo: “Porque la casa no es para hombre, sino para Jehová Dios debemos recordar que todo edificio de una iglesia es un testimonio visible de Dios, y un lugar donde la iglesia se reúne para estar en armonía.

David dio de su fortuna personal para el templo, alentó a los demás para que siguieran su ejemplo, y lo hicieron con gusto. Quizá no tengamos la riqueza de David, pero podemos desarrollar su disposición de dar lo que tenemos, manifestemos una actitud correcta hacia el uso de nuestro dinero, demos con gozo para la obra de Dios, adoptemos la actitud descrita por Pablo, “Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre” (2 Corintios 9:7).

La obra de Dios requiere de todos los recursos que podamos dar voluntariamente para que ésta continúe, Dios nos ha dado capacidad para trabajar y recibir recursos que son de Él y la mejor manera de administrarlo es recordando que nada es nuestro, sino que todo nos lo ha sido puesto para que lo usemos apropiadamente, en ofrendar para las misiones, las nuevas obras, los diferentes ministerios en la iglesia, etc. Todo requiere de recursos, para ser usados para su gloria. Sea parte de lo que Dios hace en la tierra, aprenda a honrarlo de la siguiente manera:

Con todas nuestras fuerzas (1 Crónicas 29:2). Con gran afecto (1 Crónicas 29:3).

Con gozo y de corazón y de manera voluntaria (1 Crónicas 29:9). Reconocer que todo es de Dios (1 Crónicas 29:14).

Aprendamos del ejemplo de David que apartó lo mejor que tenía para la obra de Dios.

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