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1 Juan 1:9 “Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.”

Por: Marianella Layana de Jácome

¿Por qué estamos aquí? ¿Cuál es el propósito real de nuestra vida? La respuesta es clara: Glorificar a Dios y disfrutar de Él para siempre. Esta es la razón por la que fuimos crreados.

Glorificar a Dios significa reflejar quién es Él con nuestra vida, mostrar con nuestras acciones, palabras y pensamientos que Él es digno, santo, justo, bueno y lleno de amor. No es algo teórico: es muy práctico.

Una forma también de glorificarlo es confesando nuestros pecados. Eso puede parecer contradictorio. ¿Cómo puede algo tan doloroso como admitir nuestras faltas traer gloria a Dios?

Cuando confesamos nuestros pecados reconocemos que Dios tiene la razón, que Él es Santo y Justo y que nosotros hemos fallado, que necesitamos su Perdón. Cuando asumimos esa responsabilidad estamos honrando su Santidad.

Él es fiel y justo para perdonar, no por lo que hacemos ni porque lo merezcamos, sino por quién es Él, por su naturaleza.

La confesión no es para condenarnos, sino para liberarnos y restaurar nuestra comunión con Dios.

¿Qué hay en nuestro corazón y qué necesita ser traído a la luz, qué prácticas carnales nos llevan a escondernos? Gracias Padre porque cuando nos confesamos, tú no nos rechazas, sino que nos limpias y nos restauras.

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