1 Juan 2:9-10 “El que dice que está en la luz, y aborrece a su hermano, está todavía en tinieblas. 10 El que ama a su hermano, permanece en la luz, y en él no hay tropiezo”.
Por: Pst. David Agustín Pérez Vera
Cuando el Señor Jesús estaba aquí en la tierra dijo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. (Juan. 8:12). Necesitamos aplicar esta verdad a nuestras propias vidas. Ahora, por supuesto, hay otros creyentes cuyos hábitos a usted le desagradan. Puede que usted sienta aversión hacia algunas de sus expresiones. Puede que usted incluso tenga una personalidad que choque con la de otro hermano. Pero eso no significa que tenga que odiarle, término que se lo puede encontrar en la versión Nueva Traducción Viviente (1 Juan 2:9-10 “Si alguien afirma: «Vivo en la luz», pero odia a otro creyente, esa persona aún vive en la oscuridad. El que ama a otro creyente vive en la luz y no hace que otros tropiecen”). Si usted desea saber con total seguridad si usted es un hijo de Dios, aplique este test a su propia vida. Si usted está detestando a su hermano, entonces está viviendo en la oscuridad. Si usted está amando a su hermano, se encuentra viviendo en la luz. Pues si usted ama es porque el Eterno le amó primero. Si usted está viviendo en la luz aquí en la tierra, ello significa que usted también va a amar a su hermano.
Usted no puede decir que ama a Dios, y que odia o detesta a su hermano. Esto es absolutamente imposible, y el apóstol Juan, deja bien en claro esta verdad, por cuanto la palabra griega agapomen viene del verbo agapao que etimológicamente es formado por dos raíces, “ag” que significa “yo” y “apo” que significa clavar un puñal, sacrificar, incomodar, desacomodar. El amor ágape o agapao es entonces dejar de ser yo para que el otro sea, desacomodarme a mí mismo para acomodar al otro, morir para que el otro viva el amor sacrificial
En este día demos gracias a nuestro Señor y Padre Nuestro por amarnos y ayudarnos con tu Santo Espíritu para que testifiquemos de ese amor a todos nuestros hermanos. Siendo este sentir el que Jesús nos dejó de ejemplo para que sigamos sus pisadas, Shalom.