1 Juan 4:10 “En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados”.
Por: Ps. David Pérez Vera
Muchos talvez pasan la vida en disyuntiva de quien ama más a quién, al punto de entrar en pungas por tratar de demostrar el amor más grande. Siendo necesario principalmente, definir de que amor se está hablando, por ejemplo, el amor humano es la respuesta al amor divino.
Nosotros amamos porque Dios nos amó. Es la visión de su amor lo que despierta en nosotros el deseo de amarle como Él nos amó a nosotros antes, y de amar a nuestros semejantes, entendiéndose más claramente a nuestro prójimo, familia, amigos y conocidos como Él los ama.
El que dice amar en esta tierra, en muchos de los casos está lleno de prejuicios, paradigmas y demás barreras que van desde lo social hasta lo cultural, sesgando así la expresión de amar. Pero, sin embargo, nada pecaminoso ni perverso puede existir en la presencia de Dios ni en su demostración de amor. Él es absolutamente el bien, es decir, es la benevolencia total y absoluta. Él no puede pasar por alto, ni tolerar, ni justificar el pecado, como si no se hubiera cometido. Él tarde o temprano castigará la maldad y perversidad de los hombres.
Él nos ama, pero su amor no lo convierte en un Dios que negocia con el pecado, Él es un Dios justo y fuego consumidor, por tanto, no dejemos pasar más el tiempo y experimentos ese amor de Dios en nuestras vidas, claro está, eso será posible si confiamos en Cristo Jesús y le recibimos como el Señor y Salvador de nuestras vidas. Recuerda Dios nos amó primero, así que pon en práctica el amar, de manera que retribuyas ese amor a Dios, Shalom.