1 Juan 5:11 “Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo”.

Por: Dayse Villegas Zambrano 

Nuestra tercera enseñanza a la cual deseamos ser fieles es esta gozosa afirmación: Dios nos ha dado vida eterna, y esta vida está en Jesús. Pocas cosas son eternas. Esta tierra no lo es. Pero nuestra alma sí. Nuestra salvación sí. La palabra de Dios depositada en nuestras almas, también. Los tesoros que hagamos en los cielos, igualmente. Ocupémonos de las cosas eternas. 

Incluso nuestros cuerpos nos han sido dados con un propósito eterno. Ahora no es evidente, pero un día Dios se encargará de transformarlos para que puedan heredar su reino. El impresionante y antiquísimo libro de Job (19:25-27) dice: “Yo sé que mi Redentor vive, Y al fin se levantará sobre el polvo; Y después de deshecha esta mi piel, En mi carne he de ver a Dios; Al cual veré por mí mismo, Y mis ojos lo verán, y no otro, Aunque mi corazón desfallece dentro de mí”.

Y 1 Corintios 15:54-55 dice: “Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria. ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?”.

Así tienen un nuevo sentido las palabras de Jesús acerca del afán: “No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?” (Mateo 6:25).  Y las de Pablo:  “El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?” (Romanos 8:32). 

Dios ya nos ha dado lo eterno e invaluable. ¿Por qué dudar de que nos dará el resto? Seamos fieles a esta enseñanza y vivamos como herederos de la vida eterna.