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1 Pedro 1 :13-16: “Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado; como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.

Por: Marianella Layana de Jácome

Vivimos en tiempos muy difíciles y llenos de peligros, con amenazas de guerras, hambruna, pestes, desastres naturales a la orden del día, el impactante cambio climático y la maldad multiplicada a sus máximos niveles (Mateo 24:7-8).  Estamos viviendo los principios de dolores, nada es seguro, nada es duradero, estamos ante un futuro incierto que muchas veces a los mismos creyentes afecta produciendo desánimo, miedo, preocupaciones.  

Pero cuando permanecemos fieles a nuestra fe, fiel a la palabra de Dios porque esa es nuestra mejor garantía y nuestra única esperanza.  Todas las cosas por venir pasarán, pero su palabra nunca pasará.

Aunque todo a nuestro alrededor se esté derrumbando, con toda esta problemática de inseguridad que atraviesa nuestra nación, el déficit fiscal, la imparable corrupción nos avizora tal vez un panorama sombrío.  Pero nuestra fortaleza está en su palabra, en sus promesas, es por ello que es importante que nuestra vida esté sustentada en la roca que es Cristo Jesús, estamos llamados a vivir en Santidad. 

Aprendamos a vernos a nosotros mismos como Dios lo hace, para Él somos sus Santos, sus escogidos, sus separados.  Entonces veámonos y vivamos también de esa manera porque nuestro Dios es Santo, esa es su esencia.  No lo lograremos con nuestro esfuerzo, sino que es el Espíritu Santo el que nos da su poder para vivir en obediencia y librarnos del pecado.

Cristo viene pronto, esa debe ser nuestra motivación para perseverar en fidelidad, en santidad, porque sin ella nadie verá a Dios.  ¿Estamos preparados para su regreso, estamos preparados para encontrarnos con nuestro Señor? 

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