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1 Pedro 1:13-14 “Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado; 14 como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia”.

Por: David Agustín Pérez Vera

El Eterno nos bendijo con una mente maravillosa. Podemos memorizar preciosos pasajes de las Escrituras, que pueden afianzar nuestra vida diaria. Podemos meditar en la Palabra del Eterno, descubriendo Sus magníficas e impresionantes verdades. Podemos discernir entre lo verdadero, y lo falso. Podemos recordar las bendiciones pasadas de nuestro Padre Celestial. ¡¡¡Gloria a Dios!!!.

Lamentablemente, muchos cristianos hoy en día no están ejercitando sus mentes para servir al Eterno Dios, el apóstol Pedro dice en este pasaje que, se nos ha otorgado Gracia y Paz a través de Jesucristo, la palabra “Jaris” se traduce del griego por “Gracia”, el regalo que Dios da a través de su Hijo, que significa “vivir la vida de Dios en Jesucristo”. Término que tiene su trasfondo en las palabras hebreas Shalom y Shalem, la primera traduce “paz” y las segunda “justicia e integridad”. La fórmula gracia y paz indica la bendición en la vida que el Eterno otorga a sus hijos. 

Somos llamados a perseverar en la vida de servicio, así que, debemos prepararnos como nos dice la Palabra en 1 Corintios 14:20 “Hermanos, no seáis niños en el modo de pensar, sino sed niños en la malicia, pero maduros en el modo de pensar”. Debemos de tener presente en este día que, cuando nacimos de nuevo en Cristo Jesús, el Eterno renovó nuestra mente. Por eso, vemos en Romanos 12:2 “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”. ¡Amados hermanos es muy importante que usemos nuestra mente para la gloria de Dios!.

El presente principio, es necesario que lo miremos enfáticamente para nuestras vidas. Es verdad que no podemos cambiar nuestro corazón. Pero una verdad maravillosa que nos da la Palabra de Dios, es que sí podemos cambiar nuestra mente. Solo Dios puede cambiar nuestro corazón. Él no cambiará nuestra mente. Pero si nosotros escoges cambiar nuestra mente, el Eterno cambiará nuestro corazón.

En tal sentido, el apóstol Pedro nos manda a vivir, esperando por completo con mucha expectativa en la gracia y, anticipando la esperanza viva de su herencia reservada en el cielo, que será revelada en los últimos tiempos.

Juntos demos gracias por medio del Señor Jesucristo a nuestro Padre Celestial, por el regalo de la vida, por la salvación dada a través de Su Hijo y que Su Santo Espíritu sea guiándonos a toda justicia y a toda verdad, usando nuestra nueva mente para Su Gloria, en la autoridad de Jesús, Shalom.

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