1 Pedro 4:11 “Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los siglos, Amén”.
Escrito Por: Nelly Jácome de Pérez
Esta exhortación debe estar clara y debe ser meditada con frecuencia, pues no todos se expresan como si expresaran las palabras de Dios mismo. Algunos sirven a su acomodo y con la ley del mínimo esfuerzo, desdeñando el poder de Dios. Cuando se enseña o predica la Palabra de Dios, debe limitarse la instrucción a lo que la palabra de Dios enseña. Hable conforme a las palabras de Dios.
El que habla se carga no de sus propias opiniones, sino de las declaraciones de Dios. No debe estar manifestando su propia habilidad, ni enseñando sus propias ideas, sino debe considerarse como ministrando los recursos y el poder que Dios le da. Debe ministrar en total dependencia de Dios. Este tipo de actitud y espíritu del interlocutor, produce en él humildad y vigor.En consecuencia, el reconocimiento de que el mensaje es de Dios y que la fuerza es de Él, resulta en un ministerio que le da gloria y honor a Dios. Así Dios es glorificado cuando la variedad y el valor de los dones de su gracia son manifestados abiertamente en un ejercicio diligente, y cuando el ministerio que así es logrado, se debe a la dependencia y guía absoluta de su Espíritu Santo.
Padre Celestial, te pido que mi actitud de servicio sea siempre alineado a tu propósito, para que tu nombre sea glorificado. Que tus hijos, comprados a precio de sangre por Jesucristo, seamos tus instrumentos, a de que se cumpla el plan eterno que diseñaste para nuestras vidas, en el nombre de Jesús lo pido, Amén.