1 Tesalonicenses 3:13 “Para que sean afirmados vuestros corazones, irreprensibles en santidad delante de Dios nuestro Padre, en la venida de nuestro Señor Jesucristo con todos sus santos”.
Escrito Por: Ps. David Pérez Vera
El corazón órgano esencial para que el cuerpo humano funcione y así pueda vivir, para el desarrollo de sus funciones y roles que el Creador en Su voluntad le dio a la humanidad. Pero en el ámbito espiritual, al tomar la expresión “vuestros corazones”, naturalmente se define como el manantial de la impiedad, irreverencia, apostasía e infidelidad. Por cuanto, es con el corazón que nos debemos de presentar cada día delante del Eterno con alabanzas, adoración y con ofrenda en olor fragante, en el marco de lo que nos dice hoy el texto bíblico “delante de Dios, nuestro Padre” , o dicho de otra manera “delante de Aquel que es a la vez Dios y Padre nuestro”. Esto representa para el pueblo de Dios, un gran honor y privilegio que se nos otorga cada día que tenemos la libertad de acercarnos confiadamente ante el trono de Gracia.
En nuestro interactuar en el periplo de la vida, lo hacemos, no sólo ante los hombres, sino ante Aquel que no se deja engañar por la apariencia de la santidad, es decir, que vuestra santidad sea tal que resista su escrutinio. Amados hermanos y amigos, tengamos presente que un día Dios juzgará por Cristo, 2 Corintios 5:10 “Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo”
¿Cómo iglesia de Cristo nos preparamos para ese día que nuestro Redentor se llevará a Su Iglesia, y se llevará a cabo la boda más preciosa, nunca antes realizada, las “Bodas del Cordero” ?, siendo posterior a ello, como dice la Escritura que, es inevitable que Cristo regrese por segunda vez con todos sus santos, es decir, incluidos los santos ángeles y los santos redimidos por Su Sangre preciosa, que conforman el Cuerpo de Cristo.
Todo esto nos lleva a pensar, si tu y yo estamos claros que somos santos “Suyos”. Debemos tener “santidad” si vamos a ser contados con los santos de Jesucristo, para lo cual, hay que tener una vida que evidencie frutos dignos de arrepentimiento, como lo manifiestan las palabras de nuestro Redentor y Salvador, “por sus frutos los conoceréis” Mateo 7:20. Shalom, Cristo viene pronto.