1Juan 3:18 “Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad”.
Escrito Por: Jenny Flores de Villavicencio
El apóstol Juan dice en su primera carta, que nuestra vivencia diaria debe reflejar amor. Este sustantivo conlleva acción, por lo tanto, el amor debe ir respaldado con nuestras acciones. El verdadero amor actúa, obra, da pasos, se esfuerza, hace lo que sea necesario.
El mayor acto de amor que cualquiera pueda hacer es entregarse por los demás.
Dios principalmente demostró su amor hacia la humanidad, un amor dispuesto a hacer lo que sea necesario por rescatarte, hasta el punto de venir al mundo y de dar Su vida en la cruz por ti.
Quizá se pregunte ¿Cómo podemos entregar nuestra vida?. Al servir a los demás, sin pensar en recibir nada a cambio, esto implica poner en primer lugar los deseos de otros. Jesús mismo enseñó este principio de amor en Juan 15:13. El verdadero amor es un acto, no un sentimiento, produce dedicación abnegada y desprendida.
Se sentirá bien cuando decida obedecer a Dios en las pequeñas cosas y ver el fruto de ello, tanto en su vida, como en la vida de los demás, así que no tenga miedo en demostrar su amor al prójimo, no se límite en compartir la palabra de vida eterna.
Usted y yo hemos sido creados no para mirar inmóviles las cosas desde fuera, sino para pasar a la acción, eso quiere decir que el amor hacia los demás debe desencadenar en usted el anhelo de ver crecer el cuerpo de Cristo. Que la voz de aprobación sea de Dios, no la voz del mundo, aprenda cada vez más a discernir la voz de Dios, entre todo el ruido de este mundo y a que se deje guiar por la voz de Él.