1Pedro2:2
“Desead como niños recién nacidos la leche espiritual no adulterada para que por ella crezcáis para salvación”
Escrito Por: Marianella Layana de Jácome
El ciclo de vida de un ser vivo se conforma por 4 etapas: Nace, crece, se reproduce y muere.
Así mismo es el ciclo de vida de un creyente, tenemos un nuevo nacimiento, empezamos a crecer en la palabra y con el tiempo alcanzamos la madurez suficiente para reproducirnos.
Una de las cosas más notoria en la etapa de la madurez es la sabiduría, como hijos de Dios al alcanzar la madurez debemos estar dotados de sabiduría. Esta se obtiene por el diario caminar con el Señor, que no solo nos hace estar más cerca de Dios, sino que nos ayuda a sostener a aquellos más débiles en la fe.
Un creyente maduro tiene hijos espirituales, lleva mucho fruto, su crecimiento ha requerido de mucho alimento espiritual a lo largo del tiempo.
El crecer como Iglesia requiere vida, requiere tiempo, requiere práctica, requiere entrega total.
Si no tenemos alguna actividad específica dentro de la congregación, encuentre algo que hacer en la iglesia, un hermano más que se suma a la obra con un corazón dispuesto y sincero siempre será de bendición y de gran ayuda. No vivamos como un árbol sin fruto. Hagámoslo todo para la gloria del Señor y el crecimiento de su obra. Que nuestros años en el evangelio sean un ejemplo de madurez, devoción y fe.