2 Corintios 4:15 “Porque todas estas cosas padecemos por amor a vosotros, para que abundando la gracia por medio de muchos, la acción de gracias sobreabunde para gloria de Dios”.
Por: Dayse Villegas Zambrano
Lecciones de humildad de la gracia, parte 3: La gracia nos enseña a padecer por amor a otros. Quisiera decir que la gracia no es un amo castigador. Es la virtud de un Señor que padeció por amor a nosotros, y eso se nos contagia cuando estamos en contacto con él.
El creyente lleno de gracia es capaz de soportar un dolor pensando en cómo esto puede beneficiar a muchos. No se trata de penitencias, sino que muchas veces son lastimaduras en nuestro orgullo. Callar, aunque seamos provocados. No explotar ante un trato injusto. Recibir una crítica sin que nos provoque amargura.
El creyente lleno de gracia sabe que su conducta está formando a otros, sea para bien o para mal, y por eso se abstiene de dar mal por mal.
También es capaz de desacomodarse para que otros puedan estar bien. Es capaz de perder para que otro gane, aunque en este mundo suene a locura.
Y sabe que hay un producto agradable de todo esto, que es cuando las personas que han recibido una bendición dan las gracias, no a él o a ella, sino a Dios. Entonces su trabajo está cumplido.
¿Qué perdería usted ahora si se decide a servir a otros por amor? Mejor que eso, pregúntese qué pueden ganar otros a través de la obra de gracia que usted puede hacer por ellos, cómo puede impactar su entorno y convertirlo en un círculo de gratitud y alabanza a Dios. Quite el reflector de usted. Póngalo en su lugar, en el Señor. Él le indicará lo que debe hacer.