2 Corintios 6:1-2 “Así, pues, nosotros, como colaboradores suyos, os exhortamos también a que no recibáis en vano la gracia de Dios. Porque dice: En tiempo aceptable te he oído, Y en día de salvación te he socorrido”.
Por: Dayse Villegas Zambrano
En este capítulo 6 de 2 Corintios, Pablo trata con una congregación que ha recibido mucho amor y servicio de corazones grandes, pero ellos siguen teniendo corazones estrechos. Los invita a ensancharse, es decir, a crecer.
Temía que toda la gracia y el amor depositados en esa iglesia haya sido en vano. Temía haber criado a una generación buena para recibir, pero desinteresada en dar.
Es posible tener el mejor pastor, predicador, maestro, líder de adoración o evangelista a nuestra disposición, dispuesto a servirnos y a enseñarnos, y sin embargo darlo por sentado y no aprovechar la oportunidad de aprender de ellos y convertirnos en colaboradores.
Es posible, además, tener el favor de Dios, que él nos oiga cuando lo llamamos, que él nos rescate justo cuando lo necesitamos, y sin embargo, no estar dispuestos a oír su voz ni acudir a su llamado a tiempo.
Un corazón estrecho piensa que merece la atención, merece la respuesta y merece el servicio. Para eso está en una iglesia, para ser bienvenido, atendido y servido. Cuando no le gusta algo, presenta su queja al administrador y se va con la satisfacción de haber hecho cumplir sus derechos.
Sí, es posible ser un creyente y tener un corazón que no crece, y porque no es hermoso ni saludable, quisiera desafiarnos, a todos, a crecer en este año en la gracia del Señor, para que si se nos otorga el cumplir once meses más en la tierra, no lleguemos con un corazón con la misma capacidad que aquella con la que empezamos. Si queremos ver un cambio en nuestra iglesia, vengamos a Dios para una transformación en nuestros corazones, no lo dejemos para el próximo semestre, quitémonos esa actitud insensata; no sabemos si habrá esa oportunidad. Es ahora. Perseveremos en la gracia.