2 Corintios 7:1 “Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios”.
Escrito Por: Ps. David Pérez Vera
Comencemos en este día con una pregunta importante, ¿de qué promesas estaba hablando el apóstol Pablo al leer el texto bíblico? Para dar respuesta a esta pregunta miremos el contexto referido en 2 Corintios 6:17-18 “Por lo cual, Salid de en medio de ellos, y apartados, dice el Señor, Y no toquéis lo inmundo; Y yo os recibiré, Y seré para vosotros por Padre, Y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso”. Dios dice si me obedecen seré un Padre para ustedes y ustedes serán mis hijos. Él nos trataría de acuerdo con esa relación.
En tal virtud, Pablo dijo que debíamos limpiarnos de todo aquello que pudiera contaminar nuestro cuerpo y nuestro espíritu. Ante ello queda claro, que todo pecado constituye una impureza ante los ojos de Dios. Entonces surge una nueva pregunta, ¿cuáles son estos pecados? Los pecados del cuerpo tienen que ver con los deseos impuros, las pasiones desenfrenadas, la glotonería, el libertinaje, los afectos equivocados. Éstos son los pecados de la naturaleza humana, éstas son, pues, las cosas impuras. Necesitamos ser conscientes acerca del mundo en que vivimos hoy, torcido y contumaz, que da honor a los pecados del cuerpo y las consecuencias que puede causar este desenfreno a una sociedad. Como ejemplos de este tipo de pecados cabe destacar la degeneración, la lujuria, la pornografía, las drogas, entre otros.
En tal sentido, no desperdiciemos más tiempo viviendo equivocadamente, alejados de Dios, vivamos en estrecha relación con el Eterno, tomando decisiones sabias cada día. En tal virtud, habrá ocasiones en las que tenemos que decir “No” a algunas cosas a las que preferiríamos decir que “Sí”, y “Sí” a algunas cosas a las que preferiríamos decir que “No”. Esto requerirá de sabiduría y dominio propio, pero damos gracias a Dios que nos ha dado al Espíritu Santo para conseguirlo.
Hoy tenemos la oportunidad de elegir vivir nuestras vidas para Dios, en lugar de hacerlo para nosotros mismos, experimentaremos la justicia, la paz y el gozo en el Espíritu Santo, porque sólo así, viviremos en victoria maravillosa y gracia abundante, sin importar lo que tengamos que enfrentar, Shalom.