2 Corintios 8:19 “Y no solo esto, sino que también fue designado por las iglesias como compañero de nuestra peregrinación para llevar este donativo, que es administrado por nosotros para gloria del Señor mismo, y para demostrar vuestra buena voluntad”.
Escrito Por: Jenny Flores de Villavicencio.
Otro hombre viajo con Pablo y Tito quién fue elegido por todas las iglesias, porque reconocían en él los frutos del Espíritu, y el servicio al cual se había sometido voluntariamente en amor, por la iglesia, para llevar la ofrenda, enfrentando los peligros que ello conllevaba.
Servir a Dios requiere de su entrega y pasión para realizar el trabajo en el crecimiento, cuando damos nuestro tiempo al servicio del Señor en su iglesia, debe ser con sinceridad y entrega, con un corazón dispuesto a testificar bajo la influencia del Espíritu Santo. Busquemos con frecuencia maneras de testificar de Jesús y de invitar a los demás que hagan lo mismo. Jesucristo cuando anduvo en la tierra, Él sirvió al pobre, al ignorante, al pecador, al despreciado; enseñó el Evangelio a todos los que quisieron oírlo, alimentó a la gente hambrienta que iba a escucharlo, sanó a los enfermos y levantó a los muertos.
Efectuó muchos actos de servicio humilde, aquí vemos un gran ejemplo de servicio, Jesucristo se reunió con Sus discípulos y, después de enseñarles, tomó una vasija con agua, una toalla y les lavó los pies (Juan 13:4–10).
En esa época, lavar los pies de un visitante era señal de respeto y honor y por lo general lo hacían los sirvientes. Jesús lo hizo como ejemplo de amor y servicio.
Cuando estamos dispuestos a servir a los demás con espíritu de amor, nos volvemos más semejantes a Jesucristo. Aprendamos de su ejemplo de servicio. Debemos prestar servicio a los demás como si sirviéramos al Señor mismo, valorando la oportunidad de honrarlo a través de nuestras acciones.