Estamos Ubicados en:
Ximena 421 y Padre Solano,
info@pibguayaquil.com
Fono: +593 98 901 0216
Berajot
berajot@pibguayaquil.com
Fono: +593 98 901 0216

2 Corintios 8:9 “Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos”.

Por: Dayse Villegas Zambrano

En los evangelios, encontramos algunas señales de que Jesús vivió en pobreza. En Mateo 8:20 él se compara con los animales silvestres y dice que estos tienen nidos y madrigueras, mientras que él ni siquiera tenía una casa propia ni una cama. 

Una de las emociones que suelen rodear a la pobreza es la vergüenza. En nuestra forma de pensar actual, no queremos que nos vean pobres. Pero a Jesús no lo vemos avergonzado por su falta de recursos, que en nuestros días y en los suyos, seguramente, eran mal vistos. ¡Un hombre adulto que no posea nada y se sienta conforme!.  

Es más, Jesús dice esto a un profesional de su época, un escriba que se ofreció a seguirlo. Se lo dice como advertencia. Si vienes conmigo, experimentarás lo mismo que yo, es decir, una vida por fe, de milagros y sí, de pobreza. La respuesta del escriba no la sabemos. Pero nos queda en claro que la pobreza de Jesús fue temporal, él sabía a lo que venía a la tierra. No venía a estar cómodo, venía a trabajar. A su tiempo regresaría a los cielos a ser glorificado. 

Pero aún más, él sabía que estaba viviendo de esa manera por una causa en la que creía profundamente: en nosotros, en nuestro futuro. Quería, como dice Pablo, que fuésemos enriquecidos. Nuestra vida es una imitación del peregrinaje de Cristo en el mundo. A veces sufrimos necesidades, pero recordemos que es una pobreza o carencia temporal. Jesús vino a enriquecernos; nuestro futuro es de gloria, en los cielos. Hoy demos gracias por poder vivir lo mismo que él.

Usamos cookies para una mejor experiencia de usuario.