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2 Crónicas 33: 12-13  “Mas luego que fue puesto en angustias, oró a Jehová su Dios, humillado grandemente en la presencia del Dios de sus padres. Y habiendo orado a él, fue atendido; pues Dios oyó su oración y lo restauró a Jerusalén, a su reino. Entonces reconoció Manasés que Jehová era Dios”.

Por: Daniel Mora Jiménez. 

A lo largo de la Biblia encontramos muchas historias y testimonios de personas que empiezan una vida de obediencia y luego se desvían al camino de maldad, pero también se nos muestra personajes que viviendo en pecado fueron transformados de una vida en oscuridad, a una vida en total sumisión y obediencia a los mandatos de Dios. 

Uno de los grandes testimonios que nos muestra, es la vida del rey Manasés; desde el comienzo de su historia se narra que hizo lo malo ante los ojos de Jehová, tanta fue su maldad que encendió la ira del Dios Santo acarreando juicio hacía él y al pueblo, pero luego, tanta fue la angustia que padeció Manasés que se humilló y reconoció a Dios, y  su oración fue escuchada  siendo restaurado e iniciando una vida de obediencia al único y verdadero Dios. 

La vida de Manasés nos enseña que Dios es Justo, que nuestra desobediencia tiene consecuencias que nos pueden poner en  graves angustias, por lo cual debemos tener cuidado y ser sabios en no pecar o pretender burlarnos de Dios, pues Él es Omnipresente; vemos también  que la misericordia de Dios es grande, que aún en el tiempo de angustia, si nos arrepentimos de todo corazón y nos humillamos ante Él, seremos restaurados recibiendo su inmensa gracia. 

Lo grandioso de esto es que las misericordias de Dios son nuevas cada mañana y Él sigue obrando en misericordia, esto lo podemos ver reflejado en los creyentes, los hijos de Dios, donde antes andábamos perdidos en nuestros delitos y pecados, pero que al arrepentirnos, aceptar y creer en Cristo nuestro salvador, somos perdonados, restaurados, teniendo paz para con Dios. ¡Bendita Gracia! ¡Glorioso intercambio!

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