2 Pedro 1: 5-8 vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo
Escrito Por: Marianella Layana de Jácome
El tener un cuerpo tonificado, fortalecido, con musculatura aumentada conlleva un gran esfuerzo, dedicación, resistencia; incluso se debe tener un cuidado especial con la alimentación y con las horas de descanso; nuestro cuerpo no puede ser tonificado, ni nuestra musculatura puede ser aumentada en un estado de reposo, es más, pasarán los años y nos daremos cuenta de que, si no hacemos nada por nuestro estado físico, cada día iremos perdiendo más y más tonicidad y masa muscular.
Pues así mismos hermanos la fortaleza espiritual se desarrolla en condiciones difíciles, que implican mucha resistencia, un cuidado especial con el alimento espiritual y con las horas de descanso e intimidad con el Señor.
El crecimiento espiritual no nos llegará sentados esperando, hay que buscarlo y trabajar en él, día a día, todas estas virtudes maravillosas: amor, paciencia, dominio propio, etc. , no serán añadidas a nuestras vidas así por así , sino que debemos trabajar diligentemente para que sean añadidas a nuestra vida.
La extensión de la lista demuestra que Dios quiere que nosotros tengamos una vida cristiana completa, completa en todo sentido. Nosotros no podemos estar contentos con una vida cristiana incompleta.
La vida cristiana es un asunto muy serio, algunos se conforman porque estas cualidades se evidencian en nosotros de vez en cuando, pero Pedro nos dice que todas estas cosas deben abundar en nuestra vida. No son cualidades que las usamos como un traje solo para los domingos, no son cualidades que las usamos dos o tres veces por semana como una actividad extracurricular, debemos vivirlas y compartirlas día a día.
Debemos abundar, o seas estar llenos, ricos en estas virtudes trabajando con empeño y mucha diligencia y dedicación. Es la voluntad de Dios que crezcamos para ser más como Cristo, quien abundó en gracia en amor y en perdón.