2 Samuel 22:29,31 “Tú eres mi lámpara, oh Jehová; Mi Dios alumbrará mis tinieblas…En cuanto a Dios, perfecto es su camino, Y acrisolada la palabra de Jehová. Escudo es a todos los que en él esperan”.
Por: Nelly Jácome de Pérez
Hay momentos en necesita quedarse inmóvil, cuando nuestra única seguridad consiste en no hacer nada. La voz de nuestro Dios Salvador se oye en muchas dificultades similares a la del mar Rojo: “Estad quietos, y ved la salvación del Señor.” Es difícil “quedarse quieto” en la presencia de fuerzas enemigas. El gran YO SOY es el Dios viviente. Las nubes y las tormentas están debajo de sus pies y su trono permanece inconmovible.
“¿Estoy en la oscuridad? — pregunta Charles H. Spurgeon — Entonces tú, oh Señor, ‘alumbrarás mis tinieblas.’ Dentro de poco las cosas cambiarán, Tal vez las cosas se empeoren y se tornen más sombríos y las nubes se amontonen una tras otra; pero si llega a haber tanta oscuridad que no pueda ver mi propia mano, aún así veré la mano del Señor”.
Cuando no puedo encontrar una luz dentro de mí, ni entre mis amigos, ni en todo el mundo, el Señor que dijo “Sea la luz” y fue la luz, puede volver a decir lo mismo. Por su palabra me llevará a la luz. El día ya está amaneciendo. Este precioso versículo brilla como la estrella de la mañana: “Tú eres mi lámpara, oh Jehová; mi Dios alumbrará mis tinieblas.” Las nubes pasan; ¡las estrellas permanecen!.
Señor Jesús, cuando las dificultades de la vida, las decepciones de aquellos que me rodean, el miedo por la incertidumbre al futuro, o el sin sabor de una derrota, me hagan pensar que he caído en las tinieblas del fracaso, recuérdame que Tu mano siempre estará visible, aún en la más profunda oscuridad, para levantarme y salvarme, porque Tu poder es siempre mayor, y siempre puede más. Amén.