2 Timoteo 1:9 “Quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos”.
Por: Nelly Jácome de Pérez
Este versículo nos recuerda que nuestra salvación no es un accidente, sino parte de un plan divino. Dios nos ha llamado con un propósito santo que trasciende nuestras propias acciones y méritos. Venimos a Dios como una respuesta a su llamado en nuestras vidas. Nosotros no iniciamos la búsqueda; nosotros no “encontramos” a Dios, Él nos encuentra a nosotros; así que debemos responder a su llamado cuando lo sentimos. Dios nos llamó no conforme a nuestras obras, sino según su propósito, porque Él quería.
La salvación y el llamado de Dios no se basan en nuestras obras, sino en Su gracia. Esto significa que, independientemente de nuestros fallos o pecados, Dios nos otorga Su gracia incondicionalmente a través de Cristo Jesús. Dios dirigió su obra llena de gracia sobre nosotros cuando sólo existíamos como una idea en la mente de Dios. Tal como una pareja amorosamente hace planes para un bebé antes de que éste nazca, así Dios planeó para nosotros. El tiempo es algo que Dios creó para dar orden y arreglo a nuestro mundo actual; el tiempo no es esencial para la existencia de Dios. Él existía antes de que fuera creado el tiempo, y permanecerá cuando el tiempo haya terminado – y nosotros viviremos por la eternidad con Él.
Lo tratado, nos anima a buscar y entender el propósito que Dios tiene para nosotros. Podemos preguntarnos: ¿Cuál es mi llamado en esta vida? Al dedicar tiempo a la oración y meditación, podemos descubrir los caminos en los que Dios quiere usarnos. Asimismo, como llamados por Dios y cubiertos por Su gracia, podemos actuar con mayor confianza y valentía; al enfrentarnos a desafíos y adversidades con la certeza de que Dios está con nosotros y tiene un plan para nuestras vidas, Amén.