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2 Timoteo 2:22 “Huye también de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor”.

Escrito Por: Ps. David Pérez Vera 

Nosotros como hijos de Dios no estamos exentos de este hecho registrado en las Sagradas Escrituras. Ciertamente es menester sostener, que cuando creímos en Cristo Jesús fuimos perdonados de nuestros pecados y salvos eternamente. Por ello, llegamos a ser hijos de Dios, nacidos de nuevo espiritualmente como nuevas criaturas (2 Corintios 5:17). Sin embargo, aunque nuestro espíritu fue regenerado, nuestro cuerpo no lo fue. Los deseos pecaminosos siguen en nuestra carne.

Al final del día, todos tenemos las pasiones y somos susceptibles a ellas y mientras tengamos estos cuerpos terrenales, nunca podremos estar a salvos de ellos. Así es la noticia de hoy, la cual puede provocar en ti una reacción para nada alegre, pero es necesario compartir esta verdad. Y esto se debe, a la caída de la raza humana, el cuerpo físico y puro que Dios creó se convirtió en carne de pecado, lleno de pasiones y tendiendo siempre al mal.

En tal sentido, la enseñanza del apóstol Pablo es poderosa para trascender la naturaleza carnal que antes gobernaba nuestras vidas, de forma que ahora el Espíritu de Dios pueda obrar en nosotros al morir a esta naturaleza. Por eso se le dice a Timoteo respecto a las pasiones, y esto se aplica a todos nosotros como hijos de Dios. Aunque Pablo dijo pasiones “juveniles” debido a que estaba hablándole a Timoteo quien era un hombre joven, eso no quiere decir jamás que debemos ignorar esta palabra si no somos jóvenes. Estamos llamados a esta instrucción, seamos jóvenes o no, por cuanto tenemos un cuerpo corrupto de pasiones pecaminosas que son incitadas por el mundo. El mundo, como el gobierno satánico que es, solamente tiene un sólo objetivo y es alejarnos del Eterno y dañarnos por medio de alimentarnos con las pasiones que nos tientan en lo más profundo de nuestra concupiscencia. Este gobierno del mundo maligno se precisa visiblemente en 1 Juan 2:16 “Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo”.

Hoy por hoy, el mundo es cada vez más firme con su corriente permanente de tentaciones pecaminosas e inmundas. Asimismo, la tecnología facilita que se satisfagan los deseos carnales con tan sólo dar un toque ligero en el teléfono o pulsar el botón en su computadora y esto es realmente muy peligroso. Con tantas distracciones heterogéneas que alimentan estos deseos, el mundo está cada vez más presente, seduciendo a los hijos de Dios las veinticuatro horas del día. ¿Qué se supone que debemos hacer? Hoy se nos da la respuesta, ¡debemos huir! Y huir significa escapar, alejarse de algo. No significa luchar con algo, más bien huir de algo. Recuerde en este día, huyamos de toda pasión pecaminosa y sigamos la justicia, la fe, el amor y la paz en Cristo Jesús, Shalom.

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