Lucas 22:32 “Pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos”.
Escrito Por: Nelly Jácome de Pérez
El discípulo Pedro de carácter sanguíneo, le había dicho a su Maestro que él estaría dispuesto a ir a la cárcel y hasta la muerte por el Señor Jesús. Sin embargo Jesús le dice que Satanás había reclamado zarandearlo como a trigo.
Al igual que con Job el gran siervo de Dios, Satanás escéptico de su fe lo había pedido para probarlo y ver si su carácter de fidelidad a Dios era primario o secundario a las bendiciones de Dios, los discípulos habían sido también reclamados por el enemigo para probarlos esperando que todos apostataran de su fe al menor indicio de problemas.
Este zarandeo habría de escudriñar los corazones de los once fieles discípulos, y sería descubierta toda la debilidad latente; el viejo hombre sería separado del nuevo. La vanidad y obstinación de la seguridad en sí mismo del impetuoso Simón hijo de Jonás, sería separado del Pedro estable como una Roca, devoto, cortés y heroico.
Jesucristo había orado en intercesión para que la fe de su discípulo no faltara. No había orado para que Pedro fuera eximido del Zarandeo de Satanás, o aun fuera guardado de caer, porque sabía que este fracaso era necesario para mostrarle a este auto-suficiente discípulo su propia debilidad.
De la misma manera hoy Jesucristo hace lo mismo con nosotros abogando delante de la presencia de Dios (1ª Jn. 2:1) ante nuestras debilidades y su Espíritu Santo intercede con gemidos indecibles por nuestras vidas para sostenernos en la fe (Ro. 8:26).
Cuántas veces hemos prometido amar y seguirle con fidelidad a nuestro buen Dios y luego apartarnos de su presencia cuando todo estaba bien en nuestras vidas o simplemente indiferentes a los asuntos del reino. Pero que hermosa promesa de parte de nuestro Salvador, que el intercede por nosotros para que nuestra fe no falte, gracias Señor no estamos solos, tu diestra nos sostiene, Amén.