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Hechos 18:9 “Entonces el Señor dijo a Pablo en visión de noche: No temas, sino habla, y no calles”.

Escrito Por: Dayse Villegas Zambrano

¿A usted le gusta ser el que gana todas las discusiones? Ponga atención, entonces, a la lectura de hoy, porque aprenderá la manera correcta de ganar. En Hechos 19:8-10 se narra que el apóstol Pablo tenía por costumbre ir a la sinagoga de cada ciudad para discutir con los judíos acerca del reino de Dios. Para algunos de nosotros, la palabra discusión puede sonar a pelea, pero eso es porque no sabemos discutir. 

El significado de esta palabra, en español, es examinar con atención un tema, y defender nuestras razones hablando. Si no estamos de acuerdo, podemos discutir, sin pelear. Y aún más: debemos aprender a discutir sin pelear. Una discusión no se trata de ganar, sino de persuadir, de manera que todos salgamos ganando. 

En la Biblia, discutir es tener un diálogo, conversar, enseñar, razonar; hacernos entender con palabras, intercambiando pensamientos. Esto hizo Pablo por tres meses en la sinagoga de Éfeso, hasta que algunos de los judíos, no pudiendo ya defender su pensamiento con palabras, se endurecieron y maldijeron del Camino de Jesús que Pablo predicaba. 

Como resultado, Pablo no les devolvió las maldiciones ni recurrió a la violencia. Se apartó de ellos, y se dedicó a seguir discutiendo, en el sentido que ya hemos visto, con los que sí querían saber más, con los discípulos, en la escuela de alguien que le cedió el espacio. Irónicamente, el dueño de la escuela se llamaba Tirano (gobernador absoluto). Tirano comprendió y permitió que la enseñanza del evangelio continuara, no por unos días, sino por dos años. 

Esta lectura breve (Hechos 19:8-10) nos permite entender algunas cosas sobre las discusiones. Aunque tengamos adversarios, podemos discutir con ellos racionalmente. Si ellos no quieren, sino que desean pelear, podemos apartarnos para enfocar nuestra atención en las personas que sí desean aprender y que nos necesitan. 

Aunque alguien se nos declare adversario, nosotros no somos adversarios de ninguna persona. Somos embajadores de buena voluntad. No estamos para ganar discusiones. Estamos para ganar almas. A veces pensamos en el alma como un fantasma transparente (vemos muchas películas). Pero en la Biblia, el alma es el aliento de vida, aquello que nos hace personas con identidad y voluntad propias, a imagen y semejanza de Dios. 

Por tanto, no menospreciemos a nadie. Dios elige ayudarnos por medio de gente inesperada, como Tirano, para que podamos seguir proponiendo su palabra a quienes quieran oírla. Como resultado, todos los que estén en el lugar que Dios nos ha puesto terminarán por oír la palabra del Señor Jesús (Hechos 19:10).

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