Hechos 4:33 “Los apóstoles, a su vez, con gran poder seguían dando testimonio de la resurrección del Señor Jesús”.
Escrito Por: Dayse Villegas Zambrano
Usted tiene un testimonio. A veces pensamos en el testimonio como algo que decimos. Pero el testimonio va más allá, es la vida que vivimos. El poder de Dios: no solo nos impulsa a hablar, sino que nos permite vivir predicando con el ejemplo. Nuestro discurso es la firma de esa gran carta abierta que es nuestra conducta (2 Corintios 3:2).
Hechos 4:32-37 demuestra cómo los creyentes practicaban la nueva vida. Hagamos un ejercicio personal y congregacional y revisemos: estaban siempre unidos, compartían todo, no había necesitados entre ellos porque la comunidad se hacía presente.
¿Había ricos en la iglesia? Sí. Bernabé era uno de esos ellos. Un levita que tenía un campo de cultivo, lo cual no iba de acuerdo a la ley de Moisés, rectificó esa situación, despojándose para beneficiar a la comunidad. Después veremos a Bernabé predicando. Primero lo vemos actuando. ¿Resuena todo esto con nuestra práctica hoy? ¿Qué situaciones deberíamos rectificar para que nuestro testimonio vivo impacte antes que nuestras palabras?