Romanos 13:1
Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas.
Escrito Por: Dayse Villegas Zambrano
Ya dijimos que la obediencia trae crecimiento, y el aspecto de la obediencia con el que abre Romanos 13 es uno del que usted puede tener objeciones. Nuestras autoridades, al igual que las del primer siglo de la iglesia, no son para enorgullecerse. Muchas veces orar por ellas se nos complica, porque estamos en desacuerdo con sus decisiones.
Y sin embargo… El apóstol espera que entre los deberes cristianos conste el ser buenos ciudadanos y respetar también las ordenanzas de las autoridades, desde las más simples hasta las que nos causan más molestias. El horario de recolección de la basura. Las tarifas altas de los servicios básicos. Los toques de queda, cortes de agua, calles cerradas y los nuevos impuestos.
¿Acaso son buenas todas esas imposiciones? No se trata de hacernos los ciegos, sino de ver más allá. Esas autoridades, y algunas son francamente cuestionables, han recibido un encargo civil de parte de Dios, han sido puestas allí por un tiempo durante el cual su gestión e integridad están a prueba, y los han de juzgar dos instancias, la justicia humana y también la de Dios.
Nosotros, a menos que formemos parte del sistema judicial, no estamos asignados a eso, sino a orar por las autoridades y obedecer las ordenanzas. Esto no es pasividad, es apelar a la autoridad superior de Dios para que en este mundo las cosas puedan estar en orden. Y modelar ese orden como cristianos para el resto de la comunidad.