Filipenses 2:15 “Haced todo sin murmuraciones y contiendas, para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo”.
Escrito Por: Jenny Flores de Villavicencio
Me gusta la expresión que utiliza este pasaje a la hora de decir que tenemos que ser “irreprensibles, y sencillos”. Hay una sencillez que es preciosa. Es la sencillez que Cristo nos dio y que nos permite ser siempre nosotros mismos en cualquier circunstancia.
No es así para las personas de este mundo, han torcido sus vidas, sus mentes y su conducta. Se han desviado del camino derecho, y se dirigen por caminos sinuosos de ignorancia, pecado y error. Cada día el mundo se acerca más a la descripción de Génesis 6:5. Los niños y jóvenes están obligados a aprender mentiras y hacen ver al pecado como conducta normal.
Más Cristo nos llama a vivir con sencillez, esa sencillez de corazón nos lleva a no murmurar de los demás a sus espaldas, ni a entrar en contiendas para tratar de demostrar que tenemos razón, sino que nos lleva a vivir en la paz y en la bendición de Dios.
Los niños pequeños son un ejemplo perfecto de sencillez: son auténticos, originales todo el tiempo, sin apariencias, sin malas intenciones… y viven en la bendición de Dios. Por eso Jesús nos llama a hacernos como ellos (Mateo 18:3).
Te llama a ser siempre el mismo, en casa con tu familia, en tu puesto de trabajo, en las actividades de la iglesia o pasando un rato con tus amigos, que esa sencillez de corazón predomine en tu vida en todo lo que hagas.
Nuestras vidas debieran estar llenas de pureza, de manera que resplandezcamos como “luminares” en un mundo de tinieblas y depravación. Una vida transformada es un testimonio efectivo del poder de la Palabra de Dios. ¿Brilla su luz o está opacada? Resplandezca para Dios, su promesa es que entonces brillaremos, y seremos una luz inmensa para los que se encuentran a nuestro alrededor.