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Salmos 127:3 “He aquí, herencia de Jehová son los hijos; Cosa de estima el fruto del vientre”.

Escrito Por: Nelly Jácome de Pérez

Una herencia son bienes, derechos y obligaciones traspasados. Nuestros hijos le pertenecen a Dios. Él nos los ha cedido para que los eduquemos y le enseñemos a adorarle, a amarle, a obedecerle y a servirle. 

La familia y el amor que la sustenta, solo puede vivir y dar fruto cuando está fundado en el amor eterno de Dios. Considerando que los hijos que Dios nos da, son parte de la bendición que Él nos concede. No debemos verlos como una carga económica o una presión sobre nosotros. ¡Todo lo contrario!, tenemos que amarlos, brindarles un lugar para su bienestar, asegurarles una educación que les permita con la ayuda de Dios obtener una carrera profesional, instruirles para  que sean buenos ciudadanos y hacerles partícipes de lo importante de ser gratos con Dios, de todas las cosas buenas que Él les da cada día.

Todas las cosas que podamos dar a nuestros hijos son buenas, pero ninguna superará al amor. Hay hijos que se quieren sentir amados y escuchar de sus padres un “te quiero” y un “te amo”. Es cierto que en muchos de los casos hemos tenido tal vez una crianza difícil, en que jamás se nos demostró ninguna clase de afectos y esto se levantó como una barrera para no dar nuestros afectos a nuestros hijos, pero es también cierto que cuando venimos a Jesús somos nuevas criaturas y las cosas viejas pasaron. Y ya con una nueva naturaleza, nuestra parte afectiva también cambió. 

Nunca será tarde para que le digamos a nuestros hijos cuanto le amamos. Padre Celestial, necesitamos de tu guía y amor para ser padres que valoremos la bendición dada por ti “nuestros hijos”, para conducirlos con responsabilidad, amor, fidelidad y gracia hacia ti, en el nombre de Jesús, amén.

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