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Romanos 12:1 “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional”.

Escrito Por: Ps. David Pérez Vera 

El verbo “rogar” que usa el apóstol Pablo, en el griego, es muy interesante, pues se traduce como cuando un padre con lágrimas en sus ojos ruega a un hijo que cambié o haga algo. 

El apóstol Pablo como un padre ruega a sus hijos espirituales, con lágrimas, que presenten sus cuerpos en sacrificio vivo, santo y agradable a Dios. Claro está que el apóstol Pablo está siendo inspirando por el Espíritu Santo quien les habla; dicho de otra manera, es Dios mismo que les ruega a sus hijos en Roma que presenten sus cuerpos vivos, santos y agradables para Él.  

Entonces ¿quiénes son los que podrán presentar sus cuerpos en sacrificio vivo, santo y agradable a Dios? Sin duda alguna “aquellos que escuchan el ruego del Espíritu de Dios”. Aquellos que han hecho que sus oídos sean dóciles a la voz de Dios. Ellos son los que van a poder presentar un sacrificio vivo, santo y agradable a Él. No obstante, aquellos que no atienden al ruego del Espíritu Santo de Dios, porque tienen discapacidad auditiva espiritual presentarán un sacrificio, pero muerto, inmundo y desagradable a Dios, cuyo sacrificio Dios no acepta.

En consecuencia, debemos de llegar a un símil, matizado a través de la persona de nuestro Señor y Redentor. Es decir, así como Cristo tuvo que llevar sobre sí mismo un cuerpo para cumplir la voluntad de su Padre sobre la tierra, así mismo debemos ceder nuestros cuerpos a Cristo para cumplir su propósito eterno en nuestras vidas. Es decir, debemos ceder los miembros de nuestro cuerpo como instrumentos de justicia para que el Espíritu Santo los use en la Obra del Eterno y Soberano Dios. 

Los sacrificios del Antiguo Testamento fueron sacrificios de muerte, pero ahora nosotros como hijos de Dios, a través de Jesucristo, somos llamados a ser sacrificios vivos, cuyo testimonio de vida sea presentado como una ofrenda de servicio en olor fragante para Dios como nuestro culto racional, amén, Shalom.

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