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Hechos 4:32 “Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma; y ninguno decía ser suyo propio, nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común”.

Escrito Por: Ericka Herrera de Avendaño.

En este versículo, somos testigos del hermoso retrato de la iglesia de Cristo, unida en corazón y alma. Los primeros creyentes entendieron el valor de vivir en comunidad, compartiendo todo lo que tenían y mostrando generosidad mutua. Esta unidad y generosidad eran el resultado de su amor por Dios y su amor por los demás.

La unidad no significa uniformidad, sino una armonía de corazones y propósitos centrados en Cristo. Los creyentes en ese tiempo reconocieron que sus posesiones y recursos no eran suyos solamente, sino que pertenecían a la iglesia. Esta visión transformó su enfoque individualista y los impulsó a compartir libremente los unos con los otros.

Hoy en día, también somos llamados a vivir en unidad y generosidad. En un mundo que promueve el individualismo y el crecimiento personal, Dios nos llama a ser diferentes. Él nos llama a ser una iglesia que comparte sus recursos, tiempo y talentos para el beneficio de todos.

La generosidad no se limita solo a lo material, sino que se extiende a nuestras palabras de ánimo, apoyo emocional y ayuda espiritual. Cuando vivimos en unidad y generosidad, reflejamos el amor y el carácter de Cristo al mundo que nos rodea. Nuestra generosidad puede ser una forma tangible de mostrar el amor de Dios y atraer a otros a la fe.

Hoy, reflexionemos sobre cómo podemos vivir en unidad y generosidad en nuestras propias vidas. ¿Estamos dispuestos a compartir nuestros recursos, habilidades y tiempo con aquellos que nos rodean? ¿Estamos dispuestos a renunciar a la mentalidad egoísta y abrazar la visión de una iglesia unida en Cristo? ¿Estamos dispuestos a dar para sustentar su casa? O retenemos lo que le corresponde a Él, en agradecimiento por sus múltiples beneficios?. 

Oremos para que Dios nos ayude a ser generosos y a vivir en unidad, reconociendo que todo lo que tenemos proviene de Él. Que podamos ser instrumentos de bendición en manos de Dios, compartiendo libremente y mostrando amor sacrificial a aquellos que nos rodean. Que el ejemplo de iglesia nos inspire a buscar una vida de unidad y generosidad, recordando que cuando vivimos de esta manera, reflejamos el corazón de Dios y somos testigos poderosos de Su amor transformador.

Amado Padre Celestial, te agradecemos por el ejemplo de amor sacrificial que nos enseñas sobre la importancia de vivir en unidad y generosidad. Ayúdanos a romper con el egoísmo y a reconocer que todo lo que tenemos proviene de Ti. Danos un corazón dispuesto para compartir nuestros recursos, tiempo y talentos con aquellos que nos rodean. Ayúdanos a ser una iglesia unida en Cristo, donde el amor y la generosidad sean evidentes, a fin de proveer con generosidad para tu casa.  Que nuestras vidas sean un testimonio vivo de tu amor y gracia, en el nombre de Jesús, amén.

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