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Hechos 2:2-4 “Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.”

Escrito Por: Ericka Herrera de Avendaño.

Los discípulos de Jesús se encontraban unidos en un mismo lugar, esperando el cumplimiento de la promesa del Espíritu Santo. De repente, el cielo se conmovió y un viento poderoso llenó la habitación, anunciando la llegada divina. El Espíritu Santo descendió sobre ellos en forma de lenguas de fuego, manifestando su presencia y poder de una manera asombrosa.

En este relato, vemos una combinación de unidad y poder. Los creyentes estaban unidos en un mismo propósito, esperando y buscando a Dios de todo corazón. Fue en ese contexto de unidad y expectativa que el Espíritu Santo se manifestó de una manera extraordinaria. No solo los llenó, sino que también los capacitó para hablar en lenguas desconocidas, permitiéndoles comunicar el mensaje de salvación a personas de diferentes naciones, que se encontraban allí. .

Esta experiencia nos enseña la importancia de la unidad en la iglesia y la necesidad de buscar fervientemente la presencia de Dios, como resultado de obedecerle. Cuando estamos unidos en amor y propósito, abriendo nuestros corazones y buscando al Espíritu Santo, podemos experimentar su poder transformador en nuestras vidas y en la iglesia.

Hoy, como siervos de Cristo, debemos cultivar una relación más profunda con el Espíritu Santo y permitir que su poder nos transforme. La unidad en la iglesia comienza con la comunión con Dios y con nuestros hermanos en la fe. Al orar, estudiar la Palabra de Dios y buscar su dirección juntos, podemos experimentar la plenitud del Espíritu Santo en nuestras vidas y en el Cuerpo de Cristo.

Que el poderoso viento del Espíritu Santo sople en nuestras vidas y nuestra congregación, uniéndonos en amor y propósito, para ser testigos de la gracia y el amor de Dios. ¡Que Dios te bendiga abundantemente!.

Amado Padre Celestial, te pedimos que nos ayudes a buscar una mayor unidad en tu iglesia. Que el Espíritu Santo nos guíe y llene nuestros corazones en la plenitud de Cristo. Capacítanos para ser testigos valientes y efectivos de tu amor y salvación. Ayúdanos a vivir en armonía y amor, en el nombre de Jesús, amén.

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