1 Juan 1:15 “Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia”.
Por: Dayse Villegas Zambrano
La gracia, en la Biblia, es siempre positiva, placentera, bondadosa, favorable. Nada malo podrá venir de ella. Nunca es invasiva, impositiva, excesiva o sofocante. Sí es abundante, plena, ilimitada para el que quiera recibirla. En Jesús, no tiene medida. En Salmos 45:3, Él es descrito así: “Eres el más hermoso de los hijos de los hombres; La gracia se derrama en Tus labios; por tanto, Dios te ha bendecido para siempre”. La gracia se derrama sobre los hijos de Dios, una bendición continua. ¡Pero hay que tomarla!, nos dice el evangelista Juan (cuyo nombre significa Dios hace gracia).
Hay suficiente de ella para todos, nos cubre, una capa protectora sobre otra. Es lo que el salmo 91 llama el abrigo del Altísimo y la sombra del Omnipotente. “Con sus plumas te cubrirá, Y debajo de sus alas estarás seguro”. ¡Pero hay que correr a su encuentro!.
Un cristiano, a medida que avanza en su carrera y en su comunión con Dios y con la iglesia, va cubriéndose y llenándose de gracia. ¡Pero tiene que compartirla! Con el tiempo no solo será capaz de tomarla confiadamente (Hebreos 4:16), sino de extenderla al que está necesitado. De hacer gracia también, a semejanza de Dios.
En este mes, tomemos más y más de la gracia del Señor, pidámosla y disfrutémosla, pero también perseveremos en este otro deseo: mostrar a otros el favor de Dios a través de nuestros actos.