Hechos 13:43 “Y despedida la congregación, muchos de los judíos y de los prosélitos piadosos siguieron a Pablo y a Bernabé, quienes hablándoles, les persuadían a que perseverasen en la gracia de Dios”.

Por:  Dayse Villegas Zambrano

Las congregaciones cristianas se caracterizan por algo; aunque termina el culto, hay muchos que se quedan haciendo tiempo extra. Conversando, realizando labores necesarias, pidiendo consejo, pidiendo oración, incluso compartiendo algo de comer. No quieren irse. Hay algo allí que les atrae. Es la compañía de otros creyentes, o como solemos decir, la koinonía o comunión. Nos sentimos en casa. 

En su paso por Antioquía de Pisidia, Pablo y Bernabé fueron invitados a la sinagoga, y aunque su mensaje no fue del gusto de todos, hubo gente que no quería irse. Unos gentiles les rogaron que volvieran el siguiente día de reposo. Otros judíos y convertidos los siguieron, porque querían seguir escuchándolos. 

Lucas los describe como personas piadosas, personas reverentes, personas dispuestas a la adoración. Es una palabra que describe bien a esos hermanos que, habiendo terminado el servicio formal, siguen en las bancas, en las escaleras y en las puertas, disfrutando de la hermandad y del ambiente de piedad. 

Para perseverar en la gracia de Dios hace falta un carácter piadoso. Usted tal vez piensa que no lo tiene. Pero recuerde que no es imposible de alcanzar, solo tiene que acercarse a la gracia de Dios un día a la vez. Usted no puede vivir hoy de golpe toda la experiencia de la gracia que Dios le tiene reservada para el resto de la eternidad. Dios le da un día a la vez. Y una de las manifestaciones de esa gracia es la hermandad con otros creyentes. Hoy busque a sus hermanos. Ore con uno. Converse o medite con otro. Envíe unas palabras de bendición. Preste un servicio. Desarrolle un carácter piadoso y persevere en la gracia.