Romanos 4:3-5 “Porque ¿qué dice la Escritura? Creyó Abraham a Dios, y le fue contado por justicia. Pero al que obra, no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda; mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia”.
Por: Dayse Villegas Zambrano
El dilema entre la fe y las obras (que no existe, es solo algo que nosotros inventamos porque no entendemos que son consecuencias una de la otra) es muy antiguo. No, no empezó en el Nuevo Testamento. Empezó con Abraham.
Resulta que Abraham decidió creer a Dios, y fue agradable y nos dio el modelo de justicia que Dios aprobó para todos los que vinimos después del patriarca. Eso no significa que después de creer Abraham se abandonó al descanso y no volvió a levantar un dedo. Su historia en Génesis es totalmente distinta, era un ganadero millonario que tenía un ejército privado con el que alguna vez lo vimos ir y rescatar a un grupo de secuestrados. Un hombre formidable, de grandes obras.
Deshilemos las palabras de Pablo. Si usted obra (trabaja, sirve), y cree que con eso está comprando su justicia, pues se equivoca. Usted está entrando en un modelo de transacción. Y lo que recibe en esta vida no es de regalo, porque usted está pagando por ello con su tiempo y su esfuerzo.
Pero si usted antes de hacer cualquier cosa, antes de siquiera tener la oportunidad de enmendar o hacer el bien en este mundo, cree en el Dios que es capaz de justificar al pecador, esa fe se le vuelve riqueza, se vuelve a su favor, se añade a su cuenta en forma de justicia.
Y entonces usted es libre para obrar, ya no por interés, miedo, coacción, deseo de agradar, costumbre o satisfacción personal, sino por fe. Se le abre una ventana celestial de posibilidades, de visión, de dirección, de propósito. Como a Abraham. Es capaz de recibir riqueza o escasez sin poner en eso su valía personal. Tal como el apóstol Pablo. Es capaz de hacer grandes obras sin sentir que por eso Dios le debe más. O de descansar sin sentir que fracasó.
Un salario es una transacción. Un día el contrato terminará. La gracia es un regalo. El creyente está enrolado por la eternidad. Descanse en esto.