Apocalipsis 3: 8-10: “Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar; porque, aunque tienes poca fuerza, has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre. Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra. He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona”.
Por: Marianella Layana de Jácome
Este versículo hace referencia a la Iglesia de Filadelfia, un pueblo rodeado de viñedos, azotado por terremotos. La iglesia era una Iglesia pequeña y pobre, pero fue la única Iglesia que no recibió llamado de atención alguno por parte del Señor. Al contrario, fue elogiada porque a pesar de la poca fuerza que tenían habían guardado su Palabra y se habían mantenido fieles a Dios.
Imagínense que nuestra Iglesia sea elogiada por Dios por mantenernos firmes y fieles a pesar de toda adversidad, ellos no pusieron excusas ni pretextos, la pobreza, los desastres naturales, la persecución no fueron impedimentos para que ellos cumplan su misión y perseveren en fidelidad. Sin duda alguna la iglesia de Filadelfia es una iglesia digna de imitar.
Debemos predicar su palabra a tiempo y fuera de tiempo, aprovechando cualquier oportunidad que se presente para compartir ese maravilloso mensaje de salvación. Hay una promesa para aquellos que perseveren fielmente en la palabra, Dios promete una corona y el ser una columna en el templo de Dios. Es nuestra responsabilidad predicar el evangelio y soportar con paciencia las adversidades hasta el tiempo del regreso del Señor Jesucristo.
El Señor promete guardarnos en los momentos de prueba y sufrimiento si permanecemos obedientes a Él. Usemos todo lo que tengamos para vivir por Cristo y Él nos recompensará. Nuestra motivación a permanecer fieles deben ser sus promesas, que son fieles y verdaderas. Animémonos y sirvamos con fidelidad con la promesa que dice: “He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona”. “El que persevera recibirá la recompensa”.