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Job 42:10 “Y quitó Jehová la aflicción de Job, cuando él hubo orado por sus amigos; y aumentó al doble todas las cosas que habían sido de Job”.

Por: Nelly Jácome de Pérez

Job clama en agonía y desesperación semana tras semana a causa de sus dolencias físicas, debido a un terrible asedio de llagas desde la cabeza hasta los pies. Sus amigos vienen y le atormentan con acusaciones, echándole la culpa de todo, de tal modo que está atormentado tanto mentalmente como físicamente. Pero si te preguntas a ti mismo: “¿Cuándo cesó el dolor de Job?”, este versículo es el único que te da la respuesta. Dios le dio la vuelta a la situación de Job cuando oró por sus amigos. Incluso durante el gran encuentro de Job con Dios, grabado en el capítulo 40 en adelante, no hay ninguna mención ahí de que su agonía hubiera cesado. Pero solo cuando ora por sus amigos, sin embargo, todo termina.

Job debía encargarse de su resentimiento natural en contra de estos hombres. Si nos ponemos en el lugar de Job, podemos entender cómo debió de sentirse. En el mejor caso, vería a estos hombres como un trío de calumniadores y  maliciosos que deseaban destruir su reputación, porque le acusaban de acciones que nunca hizo y actitudes que no poseía, y que esas eran las causas de sus dificultades. 

Por tanto, Job tenía todo el derecho de estar enfadado, molesto y amargado en contra de estos supuestos amigos. Pero cómo poder orar por personas de esa clase. Para obedecer a Dios, Job tenía que perdonar a estos hombres. Tenía que dejar de lado toda la amargura, el resentimiento y la ira que quizás hubiera sentido y saber que ellos eran tan pecadores, como él mismo. Esa es la belleza de la cita de hoy, porque en el momento que Job ora por sus amigos, su sanación comenzó.

La ira y la amargura siempre nos afectan. El estar resentido en contra de alguien nos destruye. Jesús dijo esto en varias parábolas e historias en el Nuevo Testamento. Él claramente insinuó que, si no perdonamos a otros, nos sometemos a un terrible tormento interno que no cesará hasta que estemos dispuestos a perdonar. Aún la oración modelo que enseñó Jesús a sus discípulos, en unas de sus partes indica que debemos perdonar. No puede ocurrir una sanidad integral de nuestro cuerpo, alma y espíritu, hasta que no perdonemos a aquellos que nos han ofendido, nos han herido y nos han dañado. Ore por los que le han ofendido hoy, Maranatha ¡Cristo viene pronto!.

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