1 Pedro 1:22 “Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro”.
Por: Walter Encalada Pazmiño
En Nuestros templos evangélicos se proclama siempre la Palabra del Señor, la Biblia. El libro Sagrado es nuestra referencia principal, para el estudio y la proclamación de su evangelio a toda persona.
La Santa Palabra de Dios es luz y esperanza a todo corazón necesitado, sus textos manifiestan el inmenso amor de Dios por la humanidad, y pone en nosotros sus hijos, el compromiso de ministrar de su conocimiento a cada persona que no conoce de Él.
El conocimiento de su Palabra sobre el amor de nuestro Padre, sin distinción alguna, nos lleva a desarrollar un sentimiento más profundo entre los nacidos en Cristo Jesús, los lazos en la familia de Dios son más fuertes, el amor de Dios nos une y está presente, sin ningún tipo de ataduras, siempre dispuestos a ayudar a nuestros hermanos, en cualquier situación que se encuentren.
Al respecto, Gálatas 6:10 dice: “Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe”. Su énfasis es elocuente, debemos preocuparnos por nuestros semejantes y más por nuestra familia de la fe, que es la Iglesia, el apóstol Pedro acentúa mas este énfasis y nos dice en 1 Pedro 1:22 “Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente de corazón puro unidos en el amor de Jesucristo”.
Estas son las bases para una iglesia unida en su Espíritu, procurando con su guía que todos los integrantes del cuerpo de Cristo lleguemos a un mismo conocimiento, una iglesia consistente en su Palabra nunca será dividida.