Juan 7:28-29 “Jesús entonces, enseñando en el templo, alzó la voz y dijo: A mí me conocéis, y sabéis de dónde soy; y no he venido de mí mismo, pero el que me envió es verdadero, a quien vosotros no conocéis. Pero yo le conozco, porque de él procedo, y él me envió”.
Por: David Agustín Pérez Vera
Hoy el Eterno nos pone frente a una de las declaraciones más reveladoras, no sólo para aquellos en ese tiempo, sino también para cada uno de nosotros en la actualidad. Mirando aquella escena, podemos denotar que, a medida que iban concibiendo lo que Jesús afirmaba, empezaron a notarse reacciones contrastadas. No debemos de extrañarnos, por cuanto, esto es siempre así. De hecho, cada uno de nosotros debió también tomar una decisión personal en relación a quién es Jesús, teniendo en cuenta de hacerlo bien, porque de ello depende nuestro futuro eterno.
En tal sentido, en el marco del contexto del texto bíblico de hoy, podemos observar que se destacan dos actitudes bien particulares. Primero la hostilidad y el odio, en razón que, a los judíos les disgustó que los acusarán de no conocer a Dios, pero aún les debió indignar mucho más que afirmara que sólo Él lo conocía, así que, nuevamente en el contexto se deja manifestado que procuraban prenderle. Segundo, la gran cantidad de los presentes ante esa declaración de Jesús creyeron en Él. A otros, en cambio, el discernimiento y la razón les llevó a la conclusión de que Jesús tenía que ser el Mesías prometido. Se daban cuenta de que el Mesías no podría haber hecho más milagros que Jesús.
Algunos teólogos concluyen que, el razonamiento de ellos era: ¿Qué más podía hacer para demostrar que Él era el Mesías? Claro está que, esto no quiere decir que estaban dispuestos a rendir sus corazones a Él y Jesús ya lo había dicho. Cuando Jesús alzó su voz en el templo para decir: A mí me conocen y saben de dónde vengo; he venido de parte de Dios, enviado para ustedes. ¡¡¿Gloria a Dios!!! ¡¡¡Que bendición más grande!!! Así que, juntos alcemos hoy la voz y compartamos con toda persona a nuestro alrededor, empezando por nuestra propia casa, hogar, familia y descendencia que, Jesucristo es el Señor, Salvador, Redentor, Mesías que muy pronto vendrá por su Iglesia.
Hoy con un corazón agradecido por el regalo de Dios en nuestras vidas, la salvación y vida eterna en Cristo Jesús, digámoslos a los cuatro vientos Jesús reina y reina por siempre, Shalom.