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Hebreos 6:10 – “Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún”.

Por: Ericka Herrera de Avendaño

El servicio es una expresión tangible de nuestra fe en Cristo. La porción bíblica de hoy, nos recuerda que cada acto de servicio hacia los demás es un reflejo del amor de Dios y no pasa desapercibido.

La fe en Cristo nos impulsa a servir a los demás. Jesús mismo nos dio el ejemplo supremo de servicio en Mateo 20:28: “Como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.” Al igual que Jesús, estamos llamados a servir a nuestros hermanos en la fe, manifestando el amor de Dios en acciones concretas. La fe nos motiva a poner las necesidades de los demás por encima de las nuestras y a buscar maneras de hacer el bien en la  comunidad.

El servicio basado en la fe no solo fortalece a quienes lo reciben, sino que también edifica la iglesia. En 1 Pedro 4:10 se nos instruye: “Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios.” Al utilizar nuestros dones para servir a los demás, contribuimos al crecimiento y fortalecimiento de la comunidad de fe. Nuestro servicio, motivado por la fe, fomenta la unidad, el amor y el apoyo mutuo dentro de la iglesia.

Es esencial recordar que Dios valora y recompensa nuestro servicio. En Colosenses 3:23-24, se nos enseña a hacer nuestro trabajo de corazón, “como para el Señor y no para los hombres, sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia.” Cada acto de servicio hecho con un corazón lleno de fe y amor es reconocido por Dios y tiene un impacto eterno.

Amada iglesia, dejemos que nuestra fe en Cristo se refleje en nuestro servicio a los demás. Sirvamos con un corazón dispuesto y lleno de amor, sabiendo que Dios ve y valora cada esfuerzo. Al comprometernos a servir en fe, no solo glorificamos a Dios, sino que también edificamos y fortalecemos los lazos de hermandad. Que cada acto de servicio sea una expresión genuina de nuestra fe en Cristo y un testimonio del amor que Él nos ha mostrado.

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