Hechos 1:8 “Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo; y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra”.
Por: Ericka Herrera de Avendaño
El crecimiento en la fe y el poder del Espíritu Santo es fundamental para una iglesia vibrante y eficaz en su misión. Hoy se nos revela una promesa y una tarea crucial: recibir el poder del Espíritu Santo para ser testigos de Cristo en todo el mundo.
El Espíritu Santo es el capacitador divino que transforma nuestras vidas y nos fortalece para vivir conforme a la voluntad de Dios. Jesús prometió que el Espíritu Santo vendría para equiparnos con poder. Este poder no solo nos capacita para vivir una vida cristiana efectiva, sino que también nos equipa para cumplir la gran comisión de llevar el evangelio a todas las naciones. En 2 Timoteo 1:7, se nos recuerda que “Dios no nos ha dado espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.”
Una iglesia que crece en la fe y en el Espíritu Santo se convierte en un testimonio poderoso de la realidad del reino de Dios. El poder del Espíritu Santo nos capacita para ser testigos efectivos, llevándonos más allá de nuestras propias limitaciones y brindándonos la audacia y la sabiduría necesarias para compartir el evangelio. En Juan 14:26, Jesús dice: “Pero el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que os he dicho.”
Buscar el crecimiento en la fe y en el Espíritu Santo es esencial para cumplir la misión de la iglesia. Al permitir que el Espíritu Santo nos transforme y nos capacite, podemos ser testigos poderosos de Cristo y vivir una vida que refleje su amor y poder. Amada iglesia que seamos llenos del Espíritu Santo, experimentando su poder transformador y creciendo en fe para cumplir el llamado que Dios nos encomendó.