Hebreos 3:1-2 “Considerad al apóstol y sumo sacerdote de nuestra profesión, Cristo Jesús; el cual es fiel al que le constituyó”.
Por: Dayse Villegas Zambrano
Jesucristo, aunque Dios y Señor e Hijo, y por tanto heredero y dueño de todo, se hizo siervo de Dios, obediente y manso. Es el mejor ejemplo de lo que significa ser fiel. Aun no estando obligado a servir, lo hago. Por amor a Dios.
Lo contrario es la infidelidad, un corazón que oye la voz de Dios, sabe que es con él, pero pone excusas para endurecerse en su propio deseo, y apartarse del Padre (Hebreos 3:7). El escritor de Hebreos dice que esa dureza procede de la incredulidad (3:12). Y la incredulidad provoca la ira de Dios, más cuando proviene de un hijo suyo, en quien él ha sembrado fe.
Pero hay remedio para la infidelidad. ¿Quiere saberlo? “Exhortaos los unos a los otros cada día, entre tanto que se dice: Hoy; para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado”.
Hermanos, nosotros podemos ayudarnos mutuamente a mantenernos fieles, con palabras de exhortación, es decir, de ánimo. Abandonemos el lenguaje negativo e hiriente y también el lenguaje indulgente y cómplice. ¡Demos verdadero ánimo! Este es el propósito de estas palabras hoy. Animarlo y recordarle que vivir en fidelidad sí es posible, y no solo eso: es el único camino posible que se extiende delante de todo cristiano. ¡Ánimo! En Cristo usted puede.