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Hebreos 10:23 “Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió”.

Por:  Dayse Villegas Zambrano

Algunos aspectos sobre la fidelidad, se manifiesta cuando el corazón es sincero. ¿Cuáles son nuestras motivaciones para buscar a Dios y a los hermanos? ¿Son puras y sinceras o conllevan el interés de recibir algún tipo de ayuda, un beneficio, una plataforma o un reconocimiento? Examinémonos. Seamos sinceros con Dios.

Se manifiesta cuando la persona está en plena certidumbre de fe. Es humano sentir una punzada de duda y de temor. Pero es espiritual, en medio de todo eso, buscar inmediatamente el auxilio de Dios y dejarnos persuadir por él, por sus promesas, por sus palabras, darle toda credibilidad. Si él dice sí, qué más da que el resto del mundo diga no. Fiel es el que prometió. 

Se manifiesta cuando hemos sido lavados de toda mala obra y mala conciencia. El arrepentimiento y la confesión a diario nos mantienen fieles, no porque nos recuerden nuestra deuda (el perdón hace que el pecado quede atrás), sino porque nos llena de gratitud al ser levantados con una limpia conciencia.

Se manifiesta también cuando nos congregamos porque ese es el momento en que nos exhortamos mutuamente a permanecer fieles. La compañía de otros cristianos nos ayuda a estar a cuentas, no importa nuestra antigüedad en la congregación ni nuestro lugar en la cadena de servicio. Ver el ojo de mi hermano me recuerda que debo revisar primero el mío. Sincérese. Llénese de fe. Póngase a cuentas con Dios. Y no sentirá recelo de estar en compañía de los fieles. 

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