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2 Pedro 1:4 “por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia”.

Por: Welinton Flores Flores 

Este versículo nos habla sobre la promesa de Dios de compartir su naturaleza divina con nosotros. Convertirnos en participantes de la naturaleza divina, significa que tenemos características de la naturaleza de Dios. Tale como: Su bondad, mansedumbre, justicia, misericordia, piedad y longaminidad, paciencia, gozo, paz, dominio propio, fidelidad, benignidad, honestidad y el mayor de todos el amor. 

Ninguno de nosotros tiene estas características como parte de nuestra propia naturaleza, sin que hayan sido corrompidas por el pecado en algún punto.

Las características humanas que son “buenas” son limitadas, fallan constantemente y tienden a ser egoístas. Hay una gran diferencia entre justicia o amor humano, a la justicia y el amor de Dios.

Esa es la naturaleza humana. Sin embargo, si soy fiel y recibo victoria sobre la tentación a pecar, paso a paso puedo ir desarrollarme para que el pecado en mi carne sea llevado a muerte. Entonces estas características divinas, que son puras y perfectas, pueden ser hechas en mi vida por el Creador. Es un proceso de transformación.

Esto está escrito claramente en Gálatas 5:16-26. A medida que sigo fielmente a Jesús en el camino de victoria sobre el pecado, mi naturaleza se vuelve divina en lugar de humana. ¡Puedo seguir el ejemplo de Jesús por medio del Espíritu Santo dentro de mí, el cual me muestra la verdad y me da poder para vencer!.

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