Lucas 22:42 “Diciendo: Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya”.
Por: David Agustín Pérez Vera
La fe para vivir una vida de obediencia, es el paso entre la promesa y la seguridad. Las bendiciones parecen tan fuera de nuestro alcance, debido a nuestra falta de fe. Toda bendición, grande o pequeña, comienza con un acto de obediencia. Nuestro Señor Jesucristo, es el mayor ejemplo de obediencia, sin importar la circunstancia que estemos atravesando, debemos seguir sus pisadas, con la seguridad que tenemos garantizada la bendición de nuestro Padre Celestial.
La obediencia a Dios no es negociable, ni circunstancial, sino mandatorio, con un gran impacto en la vida de quien decide hacerlo, porque sólo aquellos recibirán bendiciones sobre toda expectativa. Todo esto será posible, si estamos dispuestos a vivir en intimidad con el Eterno Padre Celestial, a fin de crecer en nuestra madurez espiritual.
Es importante recalcar, que en ocasiones nos enfrentaremos al temor, al momento de obedecer. Temor a ser rechazados, porque no vivimos de acuerdo al desenfreno de este mundo. En tal sentido, derribe al temor y responda firme en su fe, obedeciendo en esperanza al Dios vivo y verdadero, sabiendo que el camino que el Eterno ofrece, es de gozo, con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo Jesús, perseverando en anunciar las virtudes de aquel que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable, Shalom.