Mateo 5:1 “Viendo la multitud, subió al monte; y sentándose, vinieron a él sus discípulos”.
Por: Dayse Villegas Zambrano
¿Es usted un buen discípulo? Para hacer discípulos es necesario, primero, saber ser discípulos. Cuando Jesús empezó su ministerio llamó a doce hombres y los instruyó para que continuaran la misión que él empezó. Un discípulo está llamado a continuar la misión de su maestro. El verso de hoy nos señala que cuando Jesús se sentaba (lo que sugiere que iba a hablar o a enseñar), sus discípulos venían a él.
La mirada del discípulo busca al maestro. Mira cómo habla, sus gestos, aprende su vocabulario, sus pausas y sus recursos para enseñar. Sobre todo, el oído del discípulo escucha al maestro y guarda sus palabras. Deberíamos sentirnos muy honrados de pensar que al discipular a otros estamos haciendo por ellos lo que Jesús hizo por sus discípulos, y lo que otros discípulos hicieron por nosotros. Somos una cadena humana, una línea de salvación y vida que se ha extendido por siglos, hasta que el Señor venga.
Esto también nos impulsa a cambiar nuestra mentalidad, a veces tan individualista. El que dice: ‘Yo soy como soy y nadie puede cambiarme’, está renunciando a su discipulado. Ser discípulos es cuidar nuestra manera de hablar, nuestros gestos, vocabulario, nuestros silencios, nuestra manera de enseñar, porque de ese modelo tomarán los que vengan después de nosotros. Los nuevos discípulos. Nuestra forma de ser, más o menos discipular, determinará el estilo de las siguientes generaciones de cristianos.