Mateo 9:15 “Jesús les dijo: ¿Acaso pueden los que están de bodas tener luto entre tanto que el esposo está con ellos? Pero vendrán días cuando el esposo les será quitado, y entonces ayunarán”.
Por: Dayse Villegas Zambrano
¿Deben los discípulos de Jesús ayunar? Hay en la Biblia varias enseñanzas acerca del ayuno, y esta de Jesús es muy interesante, y si el Predicador tuviera que resumirla, nos diría: “Todo tiene su tiempo” (Eclesiastés 3:1).
Los fariseos enseñaban a sus discípulos a ayunar y Juan también les dio esa orden a sus discípulos. Pero a Jesús se lo ve más a menudo compartiendo el pan con los suyos. En su defensa, los discípulos de Juan fueron a preguntar directamente a Jesús, en una actitud que podría interpretarse como un verdadero deseo de saber, antes que una crítica.
A nosotros, que incorporamos regularmente la costumbre del ayuno, también nos puede iluminar. “Mis discípulos están de fiesta, porque yo estoy aquí, ¿cómo van a ayunar?”, diríamos parafraseando a Jesús. “Pero vendrán días en que no estaré, y entonces ayunarán”.
Esos son estos días. Nos pesa la ausencia física del Maestro. Está con nosotros, pero sabemos que hay la promesa de que un día estaremos total y perfectamente juntos, en su presencia, y no necesitaremos nada más. Habrá unas nuevas bodas, en las que ya no tendremos más luto de ausencia, y entonces, queridos hermanos, no ayunaremos más.
Los apóstoles sintieron esa carencia y anhelaron ver ese día, y mantuvieron esa actitud hasta las últimas palabras del Apocalipsis, en que el Espíritu y la Iglesia expresan el mayor deseo de sus corazones, el momento de la reunión eterna: “Ven”.
Tengamos un momento de quietud mientras pensamos en esto. Ahora es el tiempo de mantenernos cerca de él en oración, en acción, en palabra, en servicio, en amor los unos a los otros, y de otras tantas bellas maneras. También en ayuno. Es nuestra conexión, es nuestro tiempo juntos, es el abrazo del Señor para nosotros. Es la base de nuestro discipulado.