Romanos 5:10  “Porque si cuando éramos enemigos fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, habiendo sido reconciliados, seremos salvos por su vida”.

Por: Daniel Mora Jiménez 

En el principio de la historia de la humanidad encontramos al hombre teniendo un dialogo directo con Dios, por ende, es evidente que existía una comunión entre el Creador y su creación. A pesar de este privilegio que poseía el hombre, este dio oído a la seducción de la serpiente, llevándolo a la rebeldía en contra de Dios, produciendo una caida y distorsión de la imagen de Dios en la vida del hombre. 

Pablo nos muestra que por causa de aquella caída nos encontramos destituidos o alejados de la gloria de Dios, por lo cual, no podemos acercarnos a Él por nuestros propios medios, al tener una vida conforme a la carne, esta no puede agradar a Dios y por ende no podría existir comunión entre el hombre pecador y el Dios Santo. El libro del Profeta Isaías menciona que “todos nos hemos descarriado como ovejas, tomando nuestro propio camino”, es así como había una oscuridad en el mundo y se necesitaba un Salvador que pueda remediar la distancia que había y como un buen pastor nos ayude a volver al redil. 

Ante esta necesidad, evidenciamos el amor de Cristo, pues su venida a la tierra tiene una función de reconciliación, es en base a esto que Él nos mostro al Padre, nos vino a hablar de su amor, de su deseo de integrarnos a su familia y volver a la comunión del principio. Jesús dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida, nadie viene al Padre sino es por mí” (Juan 14:6). En Cristo hemos sido reconciliados, pues nos imputó su justicia, nuestra posisión legal para con el Padre es cambiada y ahora podemos tener comunión con Dios, es así que Jesús dijo que aquel que le amaba y guardara sus mandatos, su Padre y Él, harían morada en la vida de aquella persona.